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Prensa: Ellos se lo guisan, ellos se lo comen

La mayoría de las sociedades gastronómicas vascas mantiene el veto a la mujer en sus estatutos. Una web elabora un censo de 'txokos', en el que figuran unos 1.500 en Euskadi y Navarra.

por Isabel Ibáñez - El Correo
Con tanta igualdad de boquilla y tanta corrección política, es difícil encontrar algo puramente sexista en su esencia y sin complejos, pero en el País Vasco existe. Se trata de las sociedades gastronómicas -o txokos, en Vizcaya-, un invento que se remonta al San Sebastián de mediados del siglo XIX y que, lejos de desaparecer, goza de buena salud. La mayoría de estos templos dedicados al buen yantar -a la merluza en salsa verde, los chipirones y el bacalao-, fundamentales en el desarrollo de la cocina vasca, y al disfrute de la amistad, sólo admite hombres como socios. Así se concreta en sus estatutos, aunque las cosas, poco a poco, van cambiando.

La recién estrenada web www.sociedadesgastronomicas.com recoge un exhaustivo listado de todas estas agrupaciones, de momento unas 1.500 entre el País Vasco y Navarra. Y es cierto que las de moderna creación e ideología más progresista incorporan a la mujer como miembro de pleno derecho desde hace años. Pero muchas siguen siendo un reducto masculino donde la presencia de ellas queda reducida, como mucho, a unas horas al día o unos días al año. Claro que peor era en los 50, cuando la famosa soprano Mafalda Favero tuvo que disfrazarse de hombre para poder entrar en una de ellas. O en 1987, cuando, como cuentan algunos, Pilar Miró, al ir a recoger su Tambor de Oro, se negó a cenar en un txoko pese a que estaba invitada como excepción; otros dicen que en realidad fue la sociedad Gaztelubide quien le negó la entrada. Por otro lado, hoy tenemos también la fórmula intermedia y mayoritaria, ésa en la que las mujeres pueden participar como invitadas cuando quieran; eso sí, sin asomarse a la cocina. Pero para algunas esto puede ser incluso una suerte.

El escritor y antiguo director de Turismo de la capital guipuzcoana, Rafael Aguirre, ahonda en su libro 'Sociedades populares de San Sebastián, 1876-2005' en el germen de estas agrupaciones y su evolución. En la segunda mitad del siglo XIX, la ciudad gozaba de «una economía avanzada y sólida enriquecida gracias a los aportes de muchos de los emigrantes vascos. Las capas más favorecidas disfrutaban de su ocio en los cafés y los casinos, mientras que los menos pudientes lo hacían en las sidrerías urbanas, que fueron desapareciendo ante el impulso del vino». Esta situación aceleró el surgimiento de las sociedades gastronómicas, «donde no hay propietarios, sino socios con gustos afines, con lo que nadie pone mala cara por estar sin consumir; los precios son más económicos, y nadie te echa porque no existe hora de cierre».

Pero, ¿por qué sólo para hombres? Aguirre esgrime como primera razón del «comportamiento excluyente» de estas sociedades «el matriarcado» de la sociedad vasca, donde el baserritara y el arrantzale entregaban el dominio absoluto del hogar a su esposa. Al parecer, el poder de aquellas féminas debía ser tan absoluto que las sociedades eran un bálsamo liberador para muchos. O eso decían ellos. Y tampoco hay que olvidar que, en aquella época, las mujeres vivían excluidas de hábitos sociales como el frecuentar las tabernas. Pero en el siglo XX se dio la vuelta a todo esto, así que ¿por qué seguir como nuestros abuelos? Por tradición, esgrimen algunos. Otros prefieren no hablar del tema. Ni siquiera Juan Mari Arzak, presente en el estreno de la web, se atreve a explicar este fenómeno. «No me metas en líos», dice entre risas.

Lo mejor quizás sea entonces preguntar a las propias mujeres. En los años 1850, nació el primero de estos clubes, La Fraternal, una sociedad para 'comer y cantar', como decían sus estatutos. Y aunque un incendio destruyó su sede, los socios se animaron a crear en 1870 la Unión Artesana, que hoy sobrevive en el corazón de San Sebastián y es la más antigua de todas. Explica su presidente, Josean Ibiriku, que dejan entrar a mujeres a cualquier hora, menos en la cocina. Tampoco pueden ser socias. «De momento, ninguna nos ha pedido que tratemos este tema, pero si hay demanda, se votará y esto cambiará». Lourdes Barinaga ha disfrutado allí de muchas momentos y ha aprendido que los hombres «son tan cotillas como las mujeres»: «A mí no me hace daño que no pueda haber socias, pero si tuviera una hija en vez de un hijo, ésta no podría heredar el hueco de su padre en la sociedad, y eso me parece injusto. Por lo demás, las mujeres podemos entrar siempre, y lo de la cocina me parece divino. Y hemos sido pioneros en incorporar a la mujer a la tamborrada. En cambio, hay otras sociedades 'de anteayer', antediluvianas, que nos han puesto horarios, como si fuéramos perros. Son hombres que cuando oyen la palabra mujeres es como si oyesen el nombre de una enfermedad; son de un machismo de hace mil años».

«Tenemos una tradición»

La sociedad Gaztelubide sólo permite presencia femenina al mediodía, nunca en las cenas. El año pasado consintió que, por primera vez, sus chicas desfilaran en la Tamborrada, eso sí, un tanto forzados por el Ayuntamiento. Pues, aunque suene extraño, fue imposible hablar con alguna de las mujeres que acuden a esta sociedad para preguntarlas qué le parecen estas normas, ya que ninguno de los socios que se pusieron al teléfono facilitó este contacto. El que sí habla es Evangelista Fernández, directivo de cocina: «En los años 80 decidimos dejarlas entrar sólo al mediodía. Aquí tenemos unos estatutos con los que nos regimos, tenemos una tradición. Desde que estuvo aquí Odón Elorza (alcalde de San Sebastián) todo el mundo nos está presionando. Continuamos así, pero la normativa cambia y hay cosas que reformar. El tema es sencillo: a la mujer hay que hacerla participar más en los temas, pero el que mañana puedan entrar mujeres lo tiene que decidir la asamblea. Vienen periodistas y hablan de discriminación, pero yo no he hecho las normas. Pues ahora no pueden entrar, quizás mañana sí. Si sale el tema y se aprueba en asamblea... Precisamente vamos a tener ahora una.

-¿Y toca hablar sobre esto?

-No, es para unas reformas.

Rafael Aguirre augura un futuro igualitario: «La admisión sin trabas de la mujer se debe a razones de orden cultural y económico, ocupa todos los espacios sociales y no se resigna a ser apartada. Además, la sociedad se desenvuelve económicamente gracias a los consumos de bodega, le viene bien las comidas y cenas de grupo, donde inevitablemente siempre hay mujeres». Por ello, el escritor pronostica «la incorporación plena de la mujer como un proceso imparable, aunque no ha habido grandes polémicas por este asunto; es como si las mujeres hubieran admitido en cierto modo esta discriminación».

El experto aclara que la presencia femenina es escasa incluso en aquellas sociedades donde se les permite la entrada y aporta esta explicación: «Excluyendo a los jóvenes, si tú vas a los bares, el 90% de los txikiteros son hombres; y si vas a una conferencia, a un taller artístico o al cine, la mayoría son mujeres. Nunca verás a cuatro amigos de 50 años viendo una película. Y ése es un dato a favor de la mujer».

 

Fuente: El Correo - 09/04/2007
Autor: Isabel Ibáñez


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